Clausura

MUY POCAS PERSONAS EN EL ULTIMO VIAJE

El cremallera en los primeros años se autofinanció, pero sin dar demasiadas ganancias y desde el año 1947 empezó a trabajar con pérdidas alcanzando estas últimamente unos tres millones de pesetas.

Se hizo un estudio, pués era obligada la renovación del material por uno más moderno, con automotores Diesel ya que electrificar la línea hubiese sido muchísimo más caro, y para hacer un buen servicio era preciso adquirir por lo menos cuatro automotores. Luego había la necesidad de reemplazar los raíles pués los existentes estaban muy desgastados y poco resistentes al peso   del    material    nuevo,    no

pudiendo admitir el  aumento  de tonelaje y nuevas velocidades. Finalmente era necesario cambiar las traviesas, que aún siendo metálicas estaban muy deterioradas.

Todas estas reformas se imponían y ante una inversión tan elevada la Compañia no pudo llevarlo a cabo. La competencia del Aéreo, de la carretera y por último del luctuoso suceso del accidente en 1953 la dirección del ferrocarril optó por cerrar la línea.

Fue pués el último viaje del cremallera el domingo 12 de mayo de 1957. En la estación de Monistrol no había casi nadie. Se pensó que atraería algunas personas conscientes datos el acontenimiento, pero no fue así.

De los pocos pasajeros que subieron al tren había el que fue director del ferrocarri duramte los 31 años últimos, el ingenierio don Montserrat Fénech y su agregado, señor Andreu.

Así murió el cremallera de Montserrat, verdadera joya del ferrocarril. Sólo quedan en el recuerdo tres locomotoras: una en Monistrol, propiedad de una industria de Manresa, la nº 4; otra, la nº 6 en Barcelona, Museo del Transporte (?) y la nº 2 del Real Automóvil Club de Cataluña junto con dos coches, en Gualba (Montseny).

M. Gurgui